De Bujaruelo a Panticosa
Tras el consabido viaje de aproximación, llegamos a los aparcamientos de Bujaruelo en la zona del puente de San Nicolás, tras comer algo, atarnos bien las botas y acomodarnos las mochilas, emprendimos la marcha por la pista que nos llevará al valle de Otal.
Después de varios atajos de pista llegamos a la entrada del valle, aquí pudimos recuperar un poco el aliento, puesto que al ir haciendo atajos ganamos en tiempo de marcha, pero nos cansamos bastante, puesto que algunos eran casi verticales; de vez en cuando echábamos la vista atrás y nos quedábamos sin aliento ante tan majestuosa imagen, el Viñemale aparecía de entre la niebla, y el resto de montañas, a media ladera presentaban unas tonalidades amarillas fruto de los erizones en flor.
El valle de Otal, es precioso, poco conocido pero impresionante. Es un valle glaciar amplio y rodeado de altas montañas con fuertes desniveles, atravesado por un riachuelo. La pista cruza el río por un puente a la entrada del valle, y continúa hacia el fondo. A la izquierda el Pico Otal parece inaccesible, destacando los cambios de color de la roca entre blancos y marrones.
Hoy, nos presentaba su cara más bucólica, puesto que hay abundantes cabezas de ganado vacuno, y casi todos con su cría al lado algunas incluso las fotografiamos amamantándolas, como digo, imagen pastoril donde las halla.
Casi al final del valle llegamos a una cabaña, donde paramos a reponer fuerzas, puesto que a partir de aquí empieza el ascenso hacia el collado de Tendeñera, nada más empezar el ascenso, topamos con una cascada que atrae nuestra atención y se hace la protagonista de nuestras fotografías; vamos por zona de pastos, se ven las huellas dejadas por el ganado que a veces hay que sortearlas si no quieres ponerte las botas pringando de excrementos, pero esto no quita belleza a lo que nos rodea, un manto de millones de florecillas de todos los colores, infinidad de cardos rastrojeros en sus distintas fases de crecimiento, así como abundantes parterres de lirios, también hacen aparición las marmotas con su característico silbido de aviso, se dejan fotografiar, aunque sea de lejos; con este entretenimiento llegamos al collado, en el cual paramos a reponer nuevamente fuerzas, el día hasta ahora ha sido desapacible, con mucho aire y el sol prácticamente no lo hemos visto, pero lo agradecemos puesto que la subida si hubiese sido con sol nos hubiese agotado mas, por ahora llevamos un desnivel de 900 metros.
El Tendeñera y los picos que lo acompañan así como el Otal, una pirámide casi perfecta, entran y salen continuamente entre nieblas pero a pesar de esto nos cruzamos con gente que tiene intención de coronarlo, no sé cómo les irá porque la visibilidad en ocasiones es nula.
Tras el descanso en el collado, emprendemos la bajada lo hacemos ligero, porque hace un frio tremendo, el aire se ha hecho más intenso y mas frio. La zona por la que vamos se llama el barranco del puerto, es pedregoso y muy pronunciado, llegamos de vez en cuando a zonas de hierba muy alta, que hace difícil el paso, porque no vemos donde pisamos; de pronto se abre ante nosotros el valle de la Ripera de Panticosa pero aun está muy lejos puesto que tenemos que descender todavía un buen trecho y esta vez es peligroso, porque hay un cortado a la derecha y el camino es de piedra suelta e inestable con gravilla debajo, así que los resbalones y los sustos se suceden uno detrás de otro. Cuando por fin llegamos a la pista que nos llevará a Panticosa, respiramos tranquilos, hemos superado la bajada sanos y a salvo.
Lo que nos queda es un camino largo y tedioso que discurre por una aburrida pista, eso sí, la vista de las montañas que nos rodean nos va distrayendo y nuevamente la cámara fotográfica echa humo; nos llama la atención unas zonas verdes a media ladera salpicadas de pequeños pinos negros, pero eso no es lo que nos sorprende lo sorprendente es que salpicados aquí y allá hay unos círculos casi perfectos de zonas verde claro, no sabemos de que se trata, seguro que de alguna especie de vegetación diferente a la ya existente, pero que sea redondo nos da que pensar y como está muy lejos, no podemos deshacer el misterio, jajajaja.
Por fin de entre la vegetación del camino, bojes principalmente, aparece Panticosa, casi no nos lo podemos creer, la última parte del camino se ha hecho interminable, porque ha salido un sol de justicia, y como estamos más bajos el calor empieza hacerse patente de tal manera que deseamos poder mojarnos los pies y quitarnos las botas pues ya empiezan a pesar. Como se puede observar hemos pasado por una gran escala de matices térmicos.
Tras cambiarnos y estirar un poco los maltrechos músculos, tomamos un refresco y al autobús. Tras un buen descanso dormitando, llegamos a Barbastro y tras comprobar que la temperatura no es demasiado exagerada, o sea que continua como los días anteriores, fresca para el tiempo en que estamos, nos despedimos y………………….ya pensando en la próxima, ¡¡¡¡¡hasta pronto!!!!
He añadido fotos en Picasa y un video en you Tube
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