Circular por Betesa (PR HU-246)

Comenzamos a caminar con la amenaza constante de la lluvia. Tomamos el camino viejo de Betesa, que se abre paso entre bosques de robles, bojes y campos de labor en gran parte abandonados. Tenemos que bajar hasta el barranco Canemás para volver a subir. Llegamos a un cruce con la carretera en el que el sendero está completamente cubierto de maleza, lo que nos obliga a hacer un pequeño tramo por carretera hasta volver a tomar un desvío a la derecha con baliza de PR que por un camino de herradura, cerrado entre hileras de boj, nos lleva a la localidad de Betesa, encaramada sobre un promontorio. Hemos hecho alguna parada sobre la marcha para saborear las manzanas maduras que caen del árbol y cubren el camino.

Hace un día de primavera y casi se agradece que no salga el sol. Algunos senderistas van en camiseta y quien más quien menos vamos sudando.

Desde Betesa y sin tiempo que perder, nos dirigimos hacia la Ermita de Santa Eulalia, también llamada Santolaria, donde hacemos la obligada parada para recuperar fuerzas al mismo tiempo que disfrutamos de unas magníficas vistas sobre el valle y sierras aledañas. Aunque algo nuboso podemos divisar algunas cumbres nevadas del Pirineo Oriental. Santa Eulalia fue un pequeño poblado del que apenas quedan dos casas abandonadas. Visitamos la ermita construida en el siglo XII y restaurada hace unos años . Nos hacemos la foto de grupo y regresamos a Betesa.

Se trata de una población con un urbanismo de marcado carácter defensivo, que invita a visitarla. La Iglesia se encuentra algo alejada del caserío. Curiosos rincones y miradores impresionantes se nos descubren a cada paso. Todavía podemos apreciar restos del castillo que aquí asentaba.

Abandonamos el pueblo por un bonito camino, muy poco transitado, donde las señales sobre la piedra están muy desgastadas y en ocasiones son difíciles de seguir. Bajaremos hasta el barranco y tras cruzarlo volveremos a subir a enlazar con una pista que nos llevará hasta el desvío de Santorens. Antes, contemplamos la Sierra de Sis, cuyas laderas orientales cierran esta cuenca natural que conforman el valle de Betesa, y que desemboca en el valle de Escales.

Desde el desvío bien marcado divisamos el pueblo de Pallerol. En varias ocasiones comienza a llover y cada vez que sacamos el paraguas se para. Estamos de suerte. Tenemos que bajar hasta otro barranco que iremos vadeando hasta alcanzar el sendero de subida que nos deja en el caserío. Allí nos recibe un vecino que sí recolecta manzanas y nos enseña en su casa una prensa que se trajo de Asturias para hacer sidra. Nos enseña la cuba que tiene que ya está llena y fermentando. Nos da a probar un sorbo de mosto que nos parece exquisito. Nos emplaza a volver en Mayo para tomar unos «culines» de sidra. Le tomamos la palabra. Antes de marchar nos abre la puerta de la pequeña Iglesia para que podamos visitarla. Cualquier ermita es más grande, pero tiene de todo, … hasta coro.

Rodeamos el pueblo para descender por un camino hasta enlazar con un precioso bosque de robles, que nos va a conducir hasta el barranco de Aulet. Pararemos de nuevo a provisionarnos de manzanas y subiremos cruzando la carretera hasta llegar al pilaret de San Antoni que nos recibe a la entrada de Santorens. Allí en la plaza aprovechamos los bancos para sentarnos con tranquilidad a disfrutar de la comida y de la compañía y al final hacer aprecio a Martín y no rechazarle el trago del vino dulce que nos ofrece.

Y como broche del día, a petición popular, una parada en Chocolates Bresco, de Benabarre, por eso que dicen que sube el ánimo y crea adicción. Chocolate y Montaña: una buena combinación.

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