Puerto de la Picada

El domingo 29 de Mayo un entusiasta grupo de 21 senderistas nos dirigimos a Benasque para subir al Puerto de la Picada. Cuando llegamos había nubes y lucía el sol. Antes de llegar a La Besurta está el desvío donde comienza el sendero que con grandes lazadas sube por toda La Costera. No llevábamos ni media hora cuando aparecieron las primeras gotas de lluvia. Capas, gore-tex o paraguas, todo sirve. Pronto deja de llover y el sol pega sobre el glaciar de Las Maladetas y toda la bonita panorámica que lo acoge. Hay algunas cimas que ya están cubiertas.

       Empezamos a divisar los ibones de Villamorta muy bien camuflados en el paisaje dado lo oscuro de sus aguas. Seguimos en ascenso y en uno de los giros del sendero se presenta ante nosotros todo el Valle de la Escaleta, con el Forau d’Aiguallut y al fondo, dominando todo, la cima del Pico Mulleres. El Aneto y su glaciar están cubiertos.

       Superada La Costera la zona es menos empinada y está cubierta de nieve. Giramos para enfilar la canal hacia el puerto cuando el cielo se va cubriendo, chispea y la niebla nos atrapa. Hay mucha nieve pero su estado es muy bueno y como está dura nos permite avanzar sin problemas siguiendo la huella que abre Martín y que algunos de más peso afianzamos.

       Llegamos al Puerto de la Picada (2477 m) y nuestras ilusiones de tener unas bellas vistas hacia La Artiga de Lin se desvanecen completamente. Hace frío y no se ve nada. Decidimos no seguir hasta la Tuca de la Escaleta que era nuestro objetivo. Como tenemos tiempo nos planteamos ir hacia los Llanos del Hospital pasando cerca del Portillón de Benasque.

       El paisaje se cierra cada vez más, hay mucha nieve y como no vamos a ver nada desistimos y nos damos media vuelta. Enlazamos con el camino que nos ha subido al Puerto, bajamos un poco y lo dejamos para cruzarnos en dirección hacia el Ibón Bajo de Villamuerta. Cada vez llueve más y aligeramos el paso. Antes atravesamos una extensa ladera «sembrada» de narcisos. Espectacular. Obligado aguantar un poco el chaparrón para verla. Enseguida llegamos al ibón donde con gran estoicismo nos hacemos la foto de grupo. Sin tiempo que perder cruzamos un precioso bosque de pinos y llegamos a La Besurta. Nos cobijamos y tomando un refresco hace su aparición un sol radiante. Mejor eso que más lluvia. Aprovechamos el momento y vamos al autobús que nos espera en el punto de inicio.

       Terminamos el día con una sabrosa comida en Eriste que sirvió de colofón a la jornada. Tendremos que volver otro día para completar la excursión pues el recorrido y el paisaje lo merecen.

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