JORNADAS MONTAÑERAS DIA 3
Jornadas Montañeras MAB, último día: Carlos Soria.
por Pedro Solana
Y para concluir, un plato fuerte con la tercera visita del montañero Carlos Soria a Barbastro.
Fue el día del lleno completo en el Centro de Congresos, pero guardando distancias porque es mucho el espacio disponible.
Carlos se mostró desde el primer momento muy complacido y más después de la magnífica presentación que le hizo Javi Subías, gran amigo con quien compartió espacio en el campo base del Manaslu en 1999. Además de compartir espacios, desde entonces comparten una buena amistad y se notó en las palabras de Javi.
Para abrir boca, Ricardo Laviña refrescó la memoria del Club a través de un montaje audiovisual exquisito (https://youtu.be/LvBKmFWwe4M) en el que celebrar el cincuenta aniversario de las Jornadas Montañeras.
Gozamos además, como en las charlas anteriores, con la presencia y complicidad de Fernando Torres y de Pilar Abad, alcalde y concejala de deportes respectivamente en el ayuntamiento de ciudad.
Carlos desgranó en su alocución el memorándum de toda una vida, de una trayectoria deportiva que parece difícil de igualar, más que por sus logros, que son muchos, por su tesón, por su constancia y sobre todo por su longevidad. Carlos nació en 1939 en Ávila y en plena posguerra, comenzó a salir al monte desde su domicilio madrileño, actividad que le atraía ya en 1955. Combinaba su profesión de tapicero con las escaladas en Galayos o la Pedriza y así fue adquiriendo una depurada técnica que más tarde le llevó a los Alpes donde las míticas ascensiones a los Drus o el Cervino se fueron sucediendo, entre años y años de afición que tras ser de los primeros españoles en conquistar El Mckinley o acercarse al Cáucaso le llevaron por fin al Himalaya, su auténtica pasión. Hace cincuenta años, en 1971 logró su primer ocho mil, el Nanga Parbat y a partir de ahí hasta este mes de octubre de 2021, una larga serie de conquistas han alumbrado la imagen de un montañero que llegó a ser quien consiguió más ocho miles con la edad de sesenta años y a sus ochenta y dos años mostró a todos la firme voluntad de volver en 2022 para culminar su carrera por los 14 ocho miles hollando el último, El Daulaghiri, que aún se le resiste.
Esa quizás ha sido su constante, nos dijo en muchos de los comentarios que los picos los había hollado con muy buen tiempo…¿ saben por qué?. Pues porque este hombre enjuto, sincero, humilde pero lapidario, ha sabido siempre decir no al riesgo inútil pensando que en otra ocasión encontraría mejores condiciones para subir y esto le llevaba a veces treinta y cinco años para conseguir cimas como la citada del Manaslu.
Carlos se ha movido con mucha diplomacia en el quisquilloso mundo de los ocho miles huyendo siempre de las polémicas, la concurrencia despiadada y también de las mentiras a las que recurren algunos para subir peldaños de esa escalera que lleva a la gloria.
Carlos reconoció sin problemas que había usado oxígeno en algunas cimas como el Everest o el Lothse, o que el Sisha Pagma lo había subido pero sólo a su ante cima y no mostró ninguna frustración porque su carrera no va por el purismo exigente sino por la maratón de una vida que a sus ochenta y tres años, si tiene salud, le llevará a intentar de nuevo el Daula.
Y ante preguntas de porqué aún quiere seguir, él respondió muy claro, “Porque es lo que más me gusta”, porque se ha ganado a muchos amigos allí en Nepal, como aquel Lama que le pidió colchones para su nueva escuela y Carlos se los consiguió al año siguiente.
Daba escalofríos escuchar cómo su prudencia le había hecho alejarse de accidentes y muerte en momentos que le fueron cercanos y con su rotundidad patente dijo que en muchas ocasiones estás a merced de la suerte, porque aquella piedra que en un momento se desprendió y le cayó a lado perforando la tienda en la que dormía podría haber sido letal si esa suerte tan buscada no le hubiera cubierto con su manto protector.
Carlos se confesó sorprendido por el nivel y los logros de las nuevas generaciones de himalayistas y durante su conferencia fue encadenando hechos y personas a veces muy cercanos a nosotros como fue el caso de la desaparición de nuestro malogrado Pepe Garcés en el Daulaghiri en 2001. Personas como Edurne Pasabán, Juan Oyarzábal o Carlos Pauner, los hermanos Iñurrategui han sido muchas veces aliados de sus aventuras y de todos habló Carlos siempre riguroso y afable.
La sensación con la que salimos todos es la de asombro por una persona que ha dado todo en su vida, sin renunciar nunca a una familia que siempre le ha apoyado, y todos sus logros han sido conseguidos desde el humanismo, la empatía, la constancia y la superación.
Dimos por concluidas unas Jornadas esperadas pero que se han desarrollado entre medidas estrictas de seguridad producidas por una séptima ola de esta pandemia que se empeña pero que no podrá con nosotros,
¡Menudos somos los montañeros…!.
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