Pinares de Palau en Fonz
El pasado día 31 de mayo en senderismo infantil de Montañeros de Aragón de Barbastro, 33 amig@s, peques y grandes, disfrutamos de una ruta circular de unos ocho kilómetros por un bello paraje de Fonz, el Pinar de Palau.
Dicho pinar, inscrito en un pequeño valle, antaño pleno de fuentes y manantiales, guarda en sus adentros numerosos testimonios de la vida del medio rural de tiempos pretéritos, aunque no tan lejanos, tales como olivares centenarios, antiguos bancales, torres o casas labriegas semiderruidas, balsas invadidas por la vegetación, etc., que desafiando el paso del tiempo son testigos mudos del recuerdo.
Enmarcado en un día con una meteorología ideal para nuestra caminata, y ansiosos por comenzar, en torno a las diez de la mañana, iniciamos nuestro paseo desde los aledaños del merendero y mirador del Cinca, lugar recomendable para pasar una agradable tarde con los peques, así como contemplar desde el somontano a parte de nuestros pirineos.
Guiamos nuestros pasos por pista forestal hacia el “ojo de la fuente”. En este trayecto pasaremos por el desvío señalizado de “Mina Flores” y el “Volcán” sorpresas que dejaremos para posteriores excursiones.
Cobijados en todo momento por la sombra de los pinos carrascos y amenizando nuestros pasos el canto primaveral de los pajarillos, alcanzamos las inmediaciones del “ojo de la fuente” donde próximo a la pista descubrimos una fuente inserta en la base de un olivo centenario, la cual permite refrescarnos. Ya bajo la frondosidad del “ojo de la fuente”, manantial que todavía aporta su agua a la población de Fonz (fuentes), contemplamos en la escasa superficie que contiene este rincón, numerosas especies arbóreas y arbustivas (encina, durillo, avellano, almez, rusco…).
Proseguimos nuestra andada observando las diversas tarjetas de visita que los habitantes del bosque nos han dejado, a través de sus rastros tales como huellas, zonas de tránsito, “zonas de baño de barro”, etc.
Un sendero nos aproximará a la torre de Espluga y de Balero, cercanos a este último, en el ecuador del recorrido, y junto al vago recuerdo de la balsa de Frechinas, invadida por la vegetación, realizamos un alto en el camino para reponer fuerzas y echar la charradeta. Tras lo cual, no sin antes observar a unas simpáticas ranas que en el mundo particular de su aljibe desarrollaban su vida cotidiana indiferentes a nuestra presencia, retomamos nuestro camino de vuelta hacia nuestro punto de partida, sin dejar en ningún momento de disfrutar, con curiosidad y respeto, de nuestro entorno natural y rural.
Como los aromas y belleza de las flores de las madreselvas, los curiosos frutos del espantalobos o sonajera, boj, cuchara de pastor o de la virgen, las agallas del cornicabra a las que debe su nombre, las de las hojas de los olmos, las hojas trilobuladas del acirón o arce de Montpellier, durillo, cornejo, las falsas hojas del rusco….
Finalmente, a las 13:30 llegamos a nuestro punto de inicio y fin de la caminata, donde pacientes, los vehículos nos esperan.
Jesús Artal (Fonz)
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